lunes, 1 de diciembre de 2014

Corría julio de 1899 en la Villa de Madrid

Hace algo más de 115 años en la noche del 24 de julio se producía en el Café Nuevo de la Montaña, en la Puerta del Sol una pelea entre dos literatos, Manuel Bueno y Ramón Valle, conocido como Ramón María del Valle-Inclán. Usaron botellas y bastones para golpearse con el resultado de varios huesos de la mano rotos en el autor de “Luces de bohemia” y una infección al clavársele el gemelo en la muñeca que terminaría en la amputación del brazo izquierdo.

Al día siguiente los principales periódicos de la capital como El Imparcial y La Correspondencia de España se ocuparon del tema y en las tertulias se hablaba de los aficionados a la literatura como auténticos enfermos que se desahogaban de sus penas devorando páginas de libros. Gente inadaptada que gozaba con sus escritores preferidos y denostaba a los que no escribían a su gusto. Para ellos no había nada mejor que ver a su escritor odiado en lo más profundo de las estanterías de las librerías.



Esperpéntico, ¿no? Sí, he escrito dos párrafos totalmente absurdos. ¿Qué tendrán que ver las aficiones de la gente con el nivel cultural? Pues por lo visto y oído desde ayer a las 2 de la tarde tienen que ver bastante. Incluso esta misma mañana, en la Cadena Ser, Pepa Bueno ha llamado a un filósofo, del que no recuerdo el nombre, para darle un barniz cultureta al tema y el señor ha dicho que en el ADN del futbolero está la asimilación del deporte a la guerra, la disciplina de unos deportistas para conseguir una meta y el deseo de humillación del contrario.

Las dos primeras apreciaciones me han parecido de guionista de “Gladiator” y la tercera es de la típica persona que solo ha visto deporte de lejos. Sinceramente, creo que a ese señor sus amigos deberían comprarle una entrada para el próximo partido en el estadio más cercano. Llevárselo a tomar unas cervezas por una ciudad cualquiera mezclándose con la gente, a comer bien y al fútbol. Y después del partido otro cubatica y a casa.

Se nos considera a la gente que vamos al fútbol como borregos. Gente sin capacidad de raciocinio y que necesita sentarse en un asiento a vociferar. Y siempre, además, desde el graderío de la superioridad moral. ¿Sueles seguir a cualquier equipo que practica un deporte? Estás un escalón por debajo. ¿Ese deporte es el fútbol? Entonces dos. Y ya se sabe que el fútbol es lo más alejado de la ilustración. O al menos eso piensan los que ignoran que Albert Camus, Eduardo Galeano o Vázquez Montalbán eran aficionados a ver a “once tíos en pantalón corto dando patadas a un balón”.

Cuando ocurren cosas como las de ayer la carnaza está asegurada. “Aficionados del Atlético de Madrid matan a seguidor del Deportivo de La Coruña.” ¿En serio alguien piensa que los hechos acaecidos ayer son una cuestión futbolística? Evidentemente hay un marco futbolístico pero ya dijo Aristóteles en “Política” que el ser humano es zoon politikón, animal político. Animal capaz de crear estructuras sociales. Y por eso se han citado estos grupos ayer a orillas del Manzanares. Por política; porque las estructuras sociales que propugnan cada uno de los grupos es radicalmente diferente y las defienden de forma radical.

 El problema radica en que el mundo del fútbol es cómplice o colaborador necesario. Los que mataron ayer a Francisco Javier Romero Taboada han visto que en el día a día futbolístico su acto no ha supuesto absolutamente nada. El partido de su equipo se disputó con total normalidad al igual que el resto de la jornada y la persona autora de los hechos difícilmente será identificada. Han ganado. Otra vez. Dentro de quince días volverán a su grada y podrán exhibir los símbolos que les venga en gana sin que ni el club ni el organizador de la competición hagan nada.

 Y el 99,5% de la gente que va al campo seguirá acorralada y marcada por el 0,5% (ese es el porcentaje aproximado que representarían los 200 que se molieron a palos en el Estadio Vicente Calderón). Seguiremos acorralados y marcados.

 Jau, 1 de diciembre de 2014.

lunes, 3 de noviembre de 2014

“Puto Betis, oé”, “Puta Málaga” o… “Puta Llagostera”, al tiempo

Puede suceder tranquilamente alrededor del 15 de febrero. Diego Rivas la pone para Eloy Gila y, zas, 0 – 1 en el primer cuarto de hora en El Sadar. “Puta Llagostera”. ¿Por qué? Porque nos han metido gol. Punto. ¿Dónde está Llagostera? ¿Qué historia tiene su equipo? Preguntas que la grada rojilla, en general, será incapaz de responder. Yo mismo he tenido que mirar los nombres de dos de sus jugadores para escribir este texto.

Se ha tomado la costumbre en nuestro estadio de faltar a todo y a todos sin razón aparente o buscando las razones más peregrinas para hacerlo. Ayer asistimos a un caso sin precedentes. Se reconoce públicamente la actitud de los jugadores béticos en el último partido de la pasada campaña, se entrega a N’Diaye una foto que recuerda su gesto con el niño, se le aplaude y acto seguido se canta “Puto Betis, oé”. Pero esto es algo a lo que los aficionados rojillos estamos más que acostumbrados; casi anestesiados. Y nos da igual que ocurra de forma recurrente en un lugar donde hay un montón de niños.

“¿Y tú nunca has insultado?”, me han espetado alguna vez. Y respondo que sí, claro. Es más, hace unos años era un tipo bastante desagradable cuando iba al fútbol. Me enfadaba hasta llegar a dejar de salir un sábado si perdíamos, insultaba, … Hasta que me di cuenta de que no me aportaba nada y era molesto para el resto. Tener el taco y la expresión malsonante eternamente en la boca tenía que ser un auténtico coñazo para los que me rodeaban.

Cuando viví fuera vi que Osasuna no caía simpático a casi ninguno de los españoles con los que conviví. Quizá esto tenía algo que ver. Y es que hemos recordado en nuestro campo al Zaragoza y al Rácing (y a Zaragoza y Santander) incluso cuando no solo no estaban en el césped, sino cuando ni siquiera competían en nuestra categoría.

¿Por qué ayer se le cantó al Betis? ¿Por Cejudo? ¿Por la final de Copa de hace casi 10 años? Preguntas sin respuesta. Algunos se consuelan diciendo que en todos los campos se canta contra Osasuna y por eso aquí está bien que se haga. Fantástico argumento. Otros que la confrontación se queda en el campo pero que fuera se puede potear tranquilamente con la camiseta de cualquier equipo. ¡Nos ha jodido, es que solo faltaba!

¿Ocurre esto en muchos sitios? Claro que sí; pero yo lo que quiero es que mi casa esté limpia. Y ejemplos hay; fuera del fútbol y dentro de él. Cambiando el tipo de balón este mismo año presencié como 70000 personas aplaudían en pie en el Olimpico de Roma a la selección escocesa de rugby que acababa de derrotar a la transalpina en el último minuto del partido. Jodidos por la derrota de XV de Italia pero respetuosos reconociendo la victoria del rival.

“Es que esto es fútbol…” Vale, hace poco más de una semana estuve en Craven Cottage viendo un derbi londinense entre Fulham y Charlton Athletic. La mitad de un fondo estaba llena de aficionados del Charlton Athletic y en ningún momento se cruzaron cánticos despectivos. En ninguno. Y yo gocé cantando “I love you Fulham” con la tonadilla de “Can’t take my eyes off you” de Frankie Valli*. Incluso en otros estadios en los que he estado (no recuerdo si en The Valley del Charlton Athletic o en el mítico Anfied Road del Liverpool) se pueden ver señales en las bandas que si no prohíben sí condenan el insulto a la afición o al equipo contrario.

¿Es tan difícil hacer de nuestro estadio un lugar más habitable y agradable? Un sitio donde la competición y el luchar cada balón sea obligatorio y donde el ánimo a nuestro equipo sea una constante. ¿Utópico? Quizá; los estadios no dejan de ser una muestra de la sociedad en que vivimos. Pero usar este argumento como justificación implica que no tenemos ningún interés en mejorar. Y me niego a pensar que a nuestra sociedad le gusta ser maleducada y disfruta con ello.

*”Can’t take my eyes off you” fue popularizada por Gloria Gaynor pero al César lo que es del César. Y el César en este caso es Frankie Valli que la compuso.

sábado, 31 de mayo de 2014

Una historia de deporte. O de inmigración. Una historia alegre. O triste.

Este texto puede ser solo una historia de fútbol. Ya sabéis; ese juego al que los aficionados van a desahogarse según algunos. Deudas, amaños, todos los días en la tele… O puede ser una historia cruda y dura de inmigración y pobreza. Ese fenómeno que produce desplazamientos masivos de seres humanos en busca de pan.

Comienza esta historia ayer algo más tarde de las 21:45 horas en el Stadio San Nicola de Bari. Se disputa la última jornada de liga de la Serie B italiana y el equipo local necesita una victoria para entrar en la fase de ascenso a Serie A, una categoría que abandonó hace ya tres años. A esa hora la cosa pinta mal ya que el Novara está venciendo desde hace unos minutos. El sueño del ascenso se aleja… Hasta aquí todo ha sido fútbol.

Entonces salta al campo un jugador que no cuenta demasiado para el entrenador, un albanés llamado Edgar Çani. Un trotamundos en lo profesional que con solo 24 años ya conoce diez vestuarios diferentes por toda Europa y un trotamundos en lo personal casi desde su nacimiento. Ya nos estamos saliendo del fútbol.

Resulta que Çani ya conocía un estadio de Bari antes de firmar su contrato en enero de este año. Es probable que él no lo recuerde ya que tenía dos años pero en agosto de 1991 pisó, muy a su pesar y de su familia, el Stadio della Vittoria. ¿Por qué? Porque Edgar Çani desembarcó del Vlora y fue recluido junto con cerca de 20000 compatriotas (no me he equivocado, son 20000 con cuatro ceros) que huían de un país sin rumbo desde la caída del Telón de Acero. Las escenas del Vlora casi 25 años después del acontecimiento todavía estremecen (y puedes verlas aquí). ¿Alguien se puede imaginar a una criatura de 25 meses entre una marea semejante de personas en un solo barco mercante? Los inmigrantes saltaban del barco a las aguas del puerto para escapar de las fuerzas de seguridad pero finalmente se les llevó al estadio y para alimentarles se les lanzaba comida desde escaleras de bomberos. En Italia. En Europa. A finales del siglo XX.

Pero la historia le tenía guardada a Çani una reválida en la ciudad que le abrió las puertas de la prosperidad ya que su familia se asentó desde 1991 en Italia. Llevaba diez minutos sobre el césped cuando le llovió un balón de Daniele Sciaudone y él, de un cabezazo desde el borde del área, lo clavaba en la escuadra del Novara. Y la fiesta, su fiesta, la culminaría poco después marcando el 2 – 1 que desataba la locura de los casi 50000 espectadores (50000 personas en Serie B que se dice pronto) que acudieron a la Astronave de Renzo Piano (resumen de poco más de un minuto aquí).

El niño de dos años, que fue bautizado en Bari por deseo de su madre, y que a falta de familiares fue apadrinado por un militar italiano al que ahora busca, cerraba el círculo y convertía en realidad el sueño del inmigrante que no es otro que encontrar la prosperidad y garantizar el desarrollo personal con dignidad.

¿Cuántos de los 20000 albaneses del Vlora lo habrán conseguido? Imposible determinarlo. Al igual que la historia del futbolista se ha alargado más de veinte años la historia de la inmigración forzada por la pobreza también lo ha hecho. Y se alargará porque los flujos migratorios son tan antiguos como la humanidad. De los que nos gobiernan, y por extensión de todos nosotros, depende cómo nos juzgarán las próximas generaciones. Por de pronto en los programas electorales de los partidos que se presentaban a las elecciones del 25-M había que buscar esta problemática con microscopio electrónico.

Los que en 1991 viajaban de Durazzo a Bari y quedaban retenidos en el Stadio della Vittoria ahora lo hacen de Libia a Lampedusa o de Níger a Melilla y quedan atrapados en el CETI o en las concertinas. En 24 años no hemos avanzado nada.


Jau, a las 15:46 horas del sábado, 31 de mayo de 2014.

sábado, 15 de febrero de 2014

¿Qué coño pasa en Navarra?

"A mí me da igual lo que piensen los demás", dijo un momento antes de entrar en la última foto que había subido a su Facebook para ver cuantos “me gusta” tenía.

Y es que nos importa lo que piensen los demás; y mucho. Queremos que nos vean guapos y felices. Nadie enseña su foto del DNI.

Yo hasta hace unos días me veía bastante guapo como ciudadano navarro. Que sí, que llueve mucho. Que las cosas son caras, no se liga una mierda de lo sosos que somos y no reparten tapas con las cervezas. Pero a cambio siempre hemos presumido de un alto nivel de vida, unos resultados educativos de excelencia europea, una tasa de paro relativamente baja, una sanidad pública de calidad y por encima de todo nuestra foralidad; esa “cosa” que nos permite recaudar nuestros impuestos aquí y luego negociar con España cuánto aportamos al erario estatal (pagándonos nosotros solos sin pedir a papá Estado algunas cosas), legislar de forma diferente al resto de Comunidades Autónomas en virtud de nuestro Fuero e ir por ahí diciendo que antes de España ya existía Navarra con sus reyes y que si no hubiese sido por Sancho el Mayor que dividió el reino entre sus hijos seríamos “dueños” de media España. Tertulias de bar con tres gin-tonic.

El caso es que esta semana toda esa imagen se ha derrumbado. Y lo malo es que lo que ha salido no ha sido lo que ha ocurrido sino interpretaciones manidas a nivel nacional de lo que ha pasado y de lo que se supone que va a pasar.

¿Qué es lo que ha ocurrido? Pues que tras tres años de una legislatura salpicada de escándalos como las dietas que cobraban de Caja Navarra o el Ayuntamiento de Pamplona algunos políticos que fueron archivadas por la justicia nos encontramos con que Idoya Nieves, directora gerente de la Hacienda Foral (esa entidad que nos hace diferentes al resto de España), dimite (deja su trabajo, ni finiquito ni leches, ciao ciao) y explica en sede parlamentaria que lo hace por injerencias políticas (supuestamente de la vicepresidenta del Gobierno y consejera de economía) que salpican a la presidenta del Gobierno Foral. Unas acusaciones que, horas después, la vicepresidenta Lourdes Goicoechea es incapaz de desmentir. Todos los grupos parlamentarios (6 grupos y 2 parlamentarios no adscritos para una comunidad de 600000 habitantes, toma variedad) piden una comisión de investigación y el PSN-PSOE (primer partido de la oposición) comunica que si se confirman las acusaciones desbancarán a UPN del poder con una moción de censura que dará paso a elecciones forales. Hasta ahora mi relato es absolutamente riguroso y objetivo. Y son unos hechos que de confirmarse harían caer a cualquier Gobierno. Aquí es donde entran los medios nacionales (todos politizados de una u otra forma) como altavoces del statu quo actual. A partir de este instante el caso de supuesta corrupción desaparece del foco y se centra en “lo de siempre” (llevamos 40 años igual).

El caso salta a los informativos y a las mesas de debate. Y en “La noche en 24 horas” del Canal 24 Horas me encuentro con un contertulio que dice literalmente “Navarra es como Macedonia”. Con dos cojones. Me habría gustado preguntarle si se refería a Macedonia como región griega o a la Antigua República Yugoslava de Macedonia porque no encuentro ni media similitud. Pero diciendo “Macedonia” la gente ya se imagina un paisaje gris y caótico y broncas en el hemiciclo. Conclusión, el contertulio no tenía ni idea de qué pasa aquí.

Segundo comentario del programa. “La ETA puede gobernar en Navarra si hay moción de censura y elecciones”. Se refieren a que le tercera fuerza aquí es Bildu, coalición con la que no comparto absolutamente nada (me jode tener que repetir esto para argumentar cualquier cosa en los últimos días), pero que es tan legal como cualquier otra del Parlamento de Navarra y que es necesaria para sacar adelante la moción. E implícitamente se está diciendo que los ciudadanos de Navarra somos gilipollas y que no debemos poder elegir quién debe representarnos en el hemiciclo foral. Aquí nadie está hablando de independencias ni nada parecido. ¿Puede haber algo más democrático que la ciudadanía se expresándose libremente en las urnas?

Y es que Navarra es cuestión de Estado. Es esa región tan diversa que la gobiernan regionalistas (UPN es un partido navarrista-españolista de derechas) pero es “añorada” por nacionalistas vascos por una realidad histórica y cultural que congrega a un buen número de ciudadanos navarros. Desde Madrid (concepto casi futbolístico) se valora que Navarra no puede caer en manos nacionalistas. Es algo así como la última frontera. El ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz no se mordió la lengua y anteayer soltó un clarísimo “Navarra es estratégica para España”. Y el PSOE se apresuró a decir que “con Bildu ni a la vuelta de la esquina” no vaya a ser que le salpiquen con eso en la Carrera de San Jerónimo cualquier mañana. ¿Veis? Ya nadie habla de que, supuestamente, la vicepresidenta pidió datos confidenciales a la Hacienda Foral de contribuyentes de su asesoría privada. ¿A quién le importa un pequeño caso de corrupción con la que ya ha caído en otras partes sin consecuencias (Gürtel en la Comunidad Valenciana, Noos en Baleares y ERE en Andalucía)?

El ventilador que esparce mierda se puso en marcha y llegó a mi padre. “Me han dicho que la Nieves esa es de Bildu de toda la vida”. Y a mí eso me da igual. La cosa es intoxicar. Y agitar el fantasma de Bildu (y hablar de pistolas y amonal desde lugares donde nunca han vivido nada de eso aunque ETA lleve tres años muerta y bien que está así) para que la gente se acojone. ¡Elecciones no! ¡No se vayan a volver locos estos navarros!

Se nos está faltando al respeto a los navarros. Se nos trata como a niños que no pueden elegir lo que quieren para su tierra a pesar de asistir a escándalos mayúsculos que últimamente tocan lo más “sagrado” del lugar, nuestra Hacienda. Cuando la política se hace con una calculadora de escaños lo que ocurre es que el ciudadano es tratado como un títere. Es educado por prensa manipuladora y gurús ignorantes de lo que hablan. Y así seguimos y, previsiblemente, seguiremos.

Esta es mi humilde y subjetiva visión del tema que nos ha hecho saltar al Telediario más allá del 6 de julio con el Chupinazo. Las verdades universales solo existen en las matemáticas así que aquí tenéis mi verdad teñida de opinión. Tan válida o más que la que se imprime en el ABC o El País. Que yo, al menos, la he escrito desde el cogollo del follón.

PD1: En “Hoy por Hoy” de la Cadena SER un tertuliano dijo ayer “Navarra es como Italia”… No quiero saber cómo sería un “bunga bunga” foral...

PD2: Como véis mi blog está más que moribundo ya que últimamente le doy más a Twitter así que os invito a seguirme en @jaurrietaz. Nos leemos por ahí.

Jau, a las 13:30 horas del 15 de febrero de 2014.
Escuchando “Rojo” de Barricada.