lunes, 3 de noviembre de 2014

“Puto Betis, oé”, “Puta Málaga” o… “Puta Llagostera”, al tiempo

Puede suceder tranquilamente alrededor del 15 de febrero. Diego Rivas la pone para Eloy Gila y, zas, 0 – 1 en el primer cuarto de hora en El Sadar. “Puta Llagostera”. ¿Por qué? Porque nos han metido gol. Punto. ¿Dónde está Llagostera? ¿Qué historia tiene su equipo? Preguntas que la grada rojilla, en general, será incapaz de responder. Yo mismo he tenido que mirar los nombres de dos de sus jugadores para escribir este texto.

Se ha tomado la costumbre en nuestro estadio de faltar a todo y a todos sin razón aparente o buscando las razones más peregrinas para hacerlo. Ayer asistimos a un caso sin precedentes. Se reconoce públicamente la actitud de los jugadores béticos en el último partido de la pasada campaña, se entrega a N’Diaye una foto que recuerda su gesto con el niño, se le aplaude y acto seguido se canta “Puto Betis, oé”. Pero esto es algo a lo que los aficionados rojillos estamos más que acostumbrados; casi anestesiados. Y nos da igual que ocurra de forma recurrente en un lugar donde hay un montón de niños.

“¿Y tú nunca has insultado?”, me han espetado alguna vez. Y respondo que sí, claro. Es más, hace unos años era un tipo bastante desagradable cuando iba al fútbol. Me enfadaba hasta llegar a dejar de salir un sábado si perdíamos, insultaba, … Hasta que me di cuenta de que no me aportaba nada y era molesto para el resto. Tener el taco y la expresión malsonante eternamente en la boca tenía que ser un auténtico coñazo para los que me rodeaban.

Cuando viví fuera vi que Osasuna no caía simpático a casi ninguno de los españoles con los que conviví. Quizá esto tenía algo que ver. Y es que hemos recordado en nuestro campo al Zaragoza y al Rácing (y a Zaragoza y Santander) incluso cuando no solo no estaban en el césped, sino cuando ni siquiera competían en nuestra categoría.

¿Por qué ayer se le cantó al Betis? ¿Por Cejudo? ¿Por la final de Copa de hace casi 10 años? Preguntas sin respuesta. Algunos se consuelan diciendo que en todos los campos se canta contra Osasuna y por eso aquí está bien que se haga. Fantástico argumento. Otros que la confrontación se queda en el campo pero que fuera se puede potear tranquilamente con la camiseta de cualquier equipo. ¡Nos ha jodido, es que solo faltaba!

¿Ocurre esto en muchos sitios? Claro que sí; pero yo lo que quiero es que mi casa esté limpia. Y ejemplos hay; fuera del fútbol y dentro de él. Cambiando el tipo de balón este mismo año presencié como 70000 personas aplaudían en pie en el Olimpico de Roma a la selección escocesa de rugby que acababa de derrotar a la transalpina en el último minuto del partido. Jodidos por la derrota de XV de Italia pero respetuosos reconociendo la victoria del rival.

“Es que esto es fútbol…” Vale, hace poco más de una semana estuve en Craven Cottage viendo un derbi londinense entre Fulham y Charlton Athletic. La mitad de un fondo estaba llena de aficionados del Charlton Athletic y en ningún momento se cruzaron cánticos despectivos. En ninguno. Y yo gocé cantando “I love you Fulham” con la tonadilla de “Can’t take my eyes off you” de Frankie Valli*. Incluso en otros estadios en los que he estado (no recuerdo si en The Valley del Charlton Athletic o en el mítico Anfied Road del Liverpool) se pueden ver señales en las bandas que si no prohíben sí condenan el insulto a la afición o al equipo contrario.

¿Es tan difícil hacer de nuestro estadio un lugar más habitable y agradable? Un sitio donde la competición y el luchar cada balón sea obligatorio y donde el ánimo a nuestro equipo sea una constante. ¿Utópico? Quizá; los estadios no dejan de ser una muestra de la sociedad en que vivimos. Pero usar este argumento como justificación implica que no tenemos ningún interés en mejorar. Y me niego a pensar que a nuestra sociedad le gusta ser maleducada y disfruta con ello.

*”Can’t take my eyes off you” fue popularizada por Gloria Gaynor pero al César lo que es del César. Y el César en este caso es Frankie Valli que la compuso.

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